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Mitos en fisioterapia.
Noemí Moreno y Borja Tronchoni
Los mitos en la antigüedad han sido relatos que buscaban dar explicación a cosas que no se conocían, pero en la actualidad sigue habiendo mitos que sabemos que son falsos. La fisioterapia es una de las disciplinas en las que existen estos falsos mitos, y es que muchos de ellos todavía siguen enraizados en la sociedad y también en buena parte de los fisioterapeutas.
En primer lugar, el mito de que las malas posturas producen lesiones, o la necesidad de ponerse recto mientras se está sentado. Hay evidencia científica que no hay ninguna relación entre las posturas y la aparición de lesiones o de dolor. Tampoco se puede prevenir lesiones mejorando la postura.
El segundo mito es que el deporte de impacto es lesivo. La evidencia científica demuestra que un deporte de impacto como correr no produce mayor deterioro en las articulaciones que las personas que no hacen deporte de impacto. De hecho, está demostrado que el deporte de fuerza, incluyendo el impacto, produce mejorías en pacientes con una densidad mineral ósea reducida como son los pacientes con osteoporosis. Y con respecto al disco intervertebral, se sabe que también responde a estímulos como el impacto generando adaptaciones.
En tercer lugar, está muy extendida la creencia de que levantar peso con flexión lumbar es lesivo. En este caso, no hay evidencia científica en que sea un factor de riesgo de dolor lumbar. Otros estudios demuestran que mantener la espalda en extensión no es posible para la gran mayoría de sujetos, y sí que se ha demostrado que con la columna lumbar en flexión se es más eficiente levantando pesos.
Por último, el extendido mito de que con lumbalgia hay que guardar reposo. Está demostrado en este caso que es mejor mantenerse tan activo como sea posible para mejorar la situación clínica del paciente.
Nosotros, como fisioterapeutas, tenemos una posición privilegiada para cambiar las creencias de los pacientes pero, si no lo hacemos bien, podemos fomentar actitudes de miedo-evitación, kinesiofobia o actividades evitativas. Por este motivo, debemos estar los suficientemente actualizados y educar a nuestros pacientes en materia de salud.
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Con respecto al cáncer, también hay una gran cantidad de mitos que no son reales y en su tratamiento aparecen una gran cantidad de pseudoterapias que se presentan como tratamientos milagrosos. Estos pueden llegar a suponer un gran problema para los pacientes.
El gran mito es que tener cáncer es una sentencia de muerte, y este es un mito muy extendido en la sociedad. La realidad es que se ha conseguido reducir la mortalidad gracias a los avances en la medicina que se tienen prácticamente a diario.
También hay creencias erróneas relacionadas con el tratamiento del cáncer: “las farmacéuticas evitan sacar la cura para el cáncer porque le es lucrativo”, “los tratamientos matan más que curan”, “la radioterapia quema”, o “la cirugía hace que el cancer se disemine por el cuerpo” son solo algunos de estos.
Otros pensamientos típicos son que el cáncer ha sido creado por el ser humano. El aumento de incidencia en el cáncer se debe a varios factores, como a una población que vive más años, una mejora en los procedimientos diagnósticos o a hábitos poco saludables durante la vida entre otros.
También existen otras creencias como que el cáncer es contagioso, que se hereda, que tiene una mayor predisposición por el sexo femenino, o que el consumo de azúcar o sal aumenta también la predisposición a sufrir cáncer. Todas estas creencias son falsas.
Además, también se cree que durante el proceso no hay que hacer ejercicio, sin embargo, se ha demostrado que mantenerse activo reduce efectos secundarios, hay beneficios antes, durante y después del tratamiento, y también ayuda a mejorar la efectividad del tratamiento. Se debería convertir así en uno de los pilares del tratamiento contra el cáncer.
Y esto es una problemática social, porque todo este tipo de pensamientos están muy diseminados en la población debido al gran desconocimiento que hay y los continuos nuevos casos. Todo esto sirve de caldo de cultivo para la aparición de las pseudoterapias, las cuales no tienen valor científico, prometen curaciones milagrosas y abandono de las terapias con eficacia demostrada, lo que puede tener consecuencias fatales.
Algunos ejemplos de estas pseudoterapias son la angeloterapia, el biomagnetismo, la dieta alcalina, la hidroterapia de colon, la homeopatía o el tratamiento con ozono.
Este problema está instaurado en la sociedad de forma profunda. Un ejemplo de esto es que se ofertaban cursos y formaciones en pseudoterapias en colegios de medicina o enfermería. El profesional que debe velar por la salud estaba fomentando prácticas pseudocientíficas.
Para poder combatir estas pseudoterapias necesitamos herramientas para desmitificar estas creencias unido a legislación que no deje impune estas prácticas.